Todo lo que existe en la realidad, sea bueno o malo —incluyendo hasta la más mala y dañina criatura en el mundo— tiene el derecho a existir, a tal grado que destruirlo y eliminarlo completamente del mundo está prohibido.
En estos cortos pero poderosos tratados, Rav Áshlag explica que lo maligno (o lo que no es bueno) no es más que una obra en progreso y que ver algo como maligno es tan poco pertinente como juzgar a una fruta inmadura antes de su tiempo. Él nos despierta al conocimiento de que cuando lleguemos a nuestro destino final, todas las cosas —aun las más dañadas— serán buenas.